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Fútbol del Poniente Almeriense

El Budapest Honved de Puskas y los Mágicos Magyares

 EQUIPOS DE LEYENDA

La selección húngara conocida como el Equipo de Oro o los Mágicos Magyares

La selección húngara conocida como el Equipo de Oro o los Mágicos Magyares

Hoy en día el término de "fútbol total" se acuña a aquellos equipos que practican un juego ofensivo donde el gusto por las combinaciones rápidas y la constante movilidad de los futbolitas son pilares fundamentales en su manera de entender el desarrollo del juego. Sin embargo, pocos o casi ninguno conocen el origen de esta filosofía. Para encontrar el germen de esta atractiva propuesta hay que remontarse a la década de los 50, donde Hungría se convirtió en el epicentro del seísmo futbolístico.

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Zoltan Czibor a su llegada al Honved

Si bien la intención de este serial es repasar aquellos equipos que pasaron a la historia a nivel de clubes, en esta ocasión resulta imprescindible unir la leyenda de aquel mágico Budapest Honved a la de la selección húngara de los años 50. Los éxitos de uno fueron la consecuencia del otro y, a grandes rasgos, los protagonistas fueron los mismos.

A nivel regional, el camino hacia la leyenda arrancó en 1949. En ese momento, el hasta entonces conocido como Kispest de Budapest pasó a llamarse Budapest Honved cuando el ministerio húngaro de defensa tomó el control del club. Varios jugadores obtuvieron la graduación militar y el gobierno se encargó de recopilar a las máximas figuras el país en torno a un mismo escudo. Futbolistas como Grosics,BudaiCziborLorant Kocsis acudieron a la llamada de un equipo donde la figura de Ferenc Puskas comenzaba a emerger.

El resultado no se hizo esperar y el club ganó el campeonato doméstico en cinco ocasiones del 50 al 56, con Puskas proclamándose máximo goleador del torneo hasta en tres ocasiones. Sólo la ausencia de torneos internacionales impidió que el Honved extendiera su hegemonía al resto de Europa. Más adelante llegaría la oportunidad, pero ése sería el principio del fin.

El oro de Helsinki
Al mismo tiempo que el Honved conquistaba Hungría, el combinado nacional hacía lo propio a escala internacional. La primera gesta importante llegó en los Juegos Olímpicos de Helsinki en 1952. El equipo dirigido por Gusztav Sebes se paseó hasta la final, donde los goles de Puskas y Czibor acabaron con la correosa Yugoslavia.

Con el oro al cuello llegó la confirmación de una etapa dorada en la que mucho tuvo que ver el mencionado Gusztav Sebes. Socialista convencido y viceministro de deportes en su país, la idea de ver que todos los jugadores tenían el mismo peso en el equipo con la solidaridad y el compromiso como elementos primordiales encajaba perfectamente en su ideología. Esclarecedoras resultaron las declaraciones de Gyula Grosics, el portero de aquella época: "Sebes estaba muy comprometido con la ideología socialista, y eso se podía palpar en todo lo que decía. De cada partido o competición importante hacía una cuestión política".

Un "fútbol socialista", como bautizó el propio Sebes, que quedaría grabado en la memoría de los ingleses para siempre. Aquel 26 de noviembre de 1953 Wembley asistió a una de las mayores exhibiciones futbolísticas de la historia. Inglaterra, que nunca había caído en casa ante una selección que no fuera de las Islas, sucumbió ante el impresionante despliegue ofensivo del "Equipo de Oro".

La Hungría de Sebes vapuleó a la mítica Inglaterra capitaneada por Billy Wright (3-6). El sistema a modo de W (dos mediocentros y dos extremos para acompañar al punta) con la variante en forma de M (el punta retrasaba su posición a modo de enganche) volvió loco a los ingleses, con el genial Nandor Hidegkuti como gran protagonista. Sin embargo, un gol sería especialmente recordado: uno de los dos de Puskas en el que se deshizo de Wright de manera magistral.

Un cronista del "The Times" reflejó el sentir general con una frase curiosa: "Wright se fue hacia él como un camión de bomberos que se dirige al incendio equivocado". Circula, además, el mito de que algún jugador inglés al ver a Puskas antes del partido afirmó: "Mirad a ese gordinflón. A éstos nos los cargamos". Pero la conclusión es que los Mágicos Magyares arrollaron a Inglaterra ante 100.000 testigos. Fue, como bien describiría el legendario Tom Finney poco después, un enfrentamiento entre "caballos de carrera contra caballos de tiro". Choque que se repetiría poco después en Hungría, con resultado similar (7-1).

Vista la trayectoria no era de extrañar que Hungría acudiera al Mundial de 1954 en Suiza como máxima favorita. Como ocurriera en los Juegos Olímpicos, el combinado húngaro se paseó hasta llegar a cuartos de final, donde esperaba la temible Brasil. El resultado fue un partido de los más violentos que se recuerdan en la historia del fútbol con tres expulsiones y tángana posterior en los vestuarios. Eso sí, Hungría pasó a semifinales.

Allí, la "Cabeza de Oro" fue suficiente para superar a Uruguay. "Cuando tenga una larga barba blanca, seguiré hablando de Kocsis, el hombre que apuntilló a Uruguay gracias a su juego de cabeza único en el mundo". Eran palabras de Roque Maspuli, el portero uruguayo en aquella semifinal. Kocsis, por cierto, acabaría siendo el máximo goleador del Mundial con once dianas. En la final, contra todo pronóstico, Alemania remontaría un 2-0 en los diez primeros minutos para dar lugar a lo que hoy se conoce como "El Milagro de Berna". Fue, como apuntó Gusztav Sebes, una "cuestión de suerte".

La única derrota tras 32 partidos invictos. Tras la enorme decepción, Hungría y a menor escala el Honved continuaron su camino triunfal hasta que la política saltó al terreno de juego. En 1956, cuando el Honved estaba en Bilbao para disputar un partido de la Copa de Campeones de Europa, estalló la revolución en Budapest. Jugadores como Czibor, Kocsis o Puskas no regresarían a su país y esto supondría el fin para aquel "Equipo de Oro". El espectáculo de magia húngara se escondería, para siempre, tras el escenario.

jaime.rincon@marca.com

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