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Fútbol del Poniente Almeriense

El Liverpool de Paisley y la Europa 'red'

EQUIPOS DE LEYENDA

Bob Paisley posa con las tres Copas de Europa que obtuvo como técnico

Bob Paisley posa con las tres Copas de Europa que obtuvo como técnico

"El fútbol no es cuestión de vida o muerte. Es mucho más que eso". Con esta frase pronunciada por el gran Bill Shankly se podría resumir la historia de un club, de un sentimiento y de la actitud de un elenco de figuras que llevaron al Liverpool a una época dorada en la que Inglaterra y Europa estuvieron a sus pies.

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Ray Clemence, Kevin Keegan y Bob Paisley tras la final de Roma de 1977

Cuando se recuerda a ese Liverpool de la década de los 70 y primeros de los 80 se habla del Liverpool de Bob Paisley. Y, sin duda, en gran medida lo fue. Pero ese equipo glorioso que conquistó cuatro Copas de Europa en siete años echó sus raíces de la mano del mítico Bill Shankly, tuvo su apogeo con Paisley y acabó con Joe Fagan. El denominador común fue una pasión y un amor por el fútbol que tuvo su extensión en el campo, con jugadores como Neal, Callaghan, Keegan, Souness, Dalglish, Whelan o Ian Rush, y en la grada, otorgando a Anfield ese misticismo que se le reconoce hoy en día.

Si hubiera que marcar un fecha de inicio o acotar esa etapa gloriosa en las orillas del Mersey, quizá debieramos marcar el punto de salida en la temporada 72-73, la última de Shankly al frente del proyecto 'red'. El legendario técnico sumó su octavo título de Liga y saboreó, por primera vez en la historia del club, las mieles del éxito europeo, derrotando a otro de los grandes dominadores de la época en el viejo continente, el Borussia Monchengladbach.

Keegan y la primera 'Orejona'
El listón estaba alto, pero Paisley lo superó, y con creces. El segundo de a bordo se convertía en la cabeza visible del ilusionante proyecto 'red'. Lejos de revoluciones y posibles ataques de ego por impregnar su sello, este inglés de Sunderland se limitó a dar continuación a una fórmula que garantizaba el éxito. El triunfo, por encima de todo, de un estilo basado en el pundonor, la ambición y la verticalidad.

Ésas fueron las señas de identidad de un equipo que tuvo su primera prueba de fuego en la final de 1977. Enfrente, el temible Monchengladbach de Vogts, Stielike, Heynckes o Simonsen. Superior en juego y calidad pero, como se demostró, por debajo en cuanto a la mentalidad y la fe de un equipo liderado por Kevin Keegan que conquistó el Olímpico de Roma y levantó su primera Copa de Europa.

El primer inconveniente serio para ese paraíso en el que se había convertido Merseyside llegó pocos meses después. En una época donde el romanticismo minimizaba la trascendencia del dinero, la chequera del Hamburgo se impuso al entusiasmo imperante y Kevin Keegan abandonó Anfield. La respuesta fue la llegada de dos escoceses que se terminarían convirtiendo en leyendas del club: Graeme Souness y Kenny Dalglish.

Con las nuevas incorporaciones y manteniendo gran parte del bloque de Roma, el Liverpool repitió hazaña justo un año después, aunque en esta ocasión el hecho de jugar en Wembley y ante el Brujas, les otorgaba la condición de favoritos. En un choque dominado de principio a fin por los de Paisley, un solitario tanto de Dalglish marcó la diferencia.

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Los jugadores del Liverpool con la Copa de Europa de 1978

Joe Fagan, el legado de Paisley
El idilio establecido con Europa se rompió una temporada después, cuando el sorprendente Nottingham Forrest de Brian Clough se cruzó en su camino. Hubo que esperar hasta la temporada 80-81 para volver a presenciar el paseo triunfal del equipo 'red' por el viejo continente. Esta vez fue en París, y ante el Madrid de la cantera, aquel que se conoció como "el de los García". Precisamente uno de ellos, García Cortés, propició con su error el único tanto del partido, obra de Alan Kennedy.

Sería la última vez que Paisley se sentara en el banquillo 'red' en una final de la competición continental. En 1983, y como hiciera Shankly con él casi diez años atrás, el bueno de Bob dejó el club en manos de su segundo, Joe Fagan. Comenzaba un cambio de ciclo en el que los Neal, Hansen o Dalglish vivían sus últimos momentos como jugadores 'reds' y otros como el irlandés Whelan o el gran Ian Rush entraban en escena. Un relevo que tuvo especial importancia en la portería, donde el mito Clemence dejaba sus guantes al controvertido portero sudafricano Bruce Grobbelaar.

Habría que esperar al 30 de mayo de 1984 para comprobar la trascendencia de ese cambio en la portería. De nuevo, el Olímpico de Roma. Esta vez, el anfitrión como rival. La Roma de Falcao, Tancredi, Conti...un equipo, como ocurriera en el 77, superior técnicamente. El partido se decidió en los penaltis, donde Groobelaar protagonizó uno de los momentos más curiosos de la historia del Liverpool.

El partido terminó con empate y el título tuvo que decidirse en los penaltis. Allí apareció el genial portero sudafricano, que pasó a la historia por la actuación después conocida como ’spaghetti legs’. Con sus gestos provocó que Conti y Grazziani erraran desde los once metros. El espíritu de Shankly y Paisley seguía vigente.

Para muestra de ello, dos leyendas que circulan sobre aquella final. La primera cuenta que los jugadores del Liverpool, a su regreso de Bucarest tras disputar la semifinal, se enteraron de su rival y respondieron con cánticos a favor de la Roma. Su motivación era única. En la segunda, queda muy claro el espíritu de este equipo. Esto fue, al parecer, lo que Fagan dijo a sus jugadores en los instantes previos a saltar al verde del Olímpico: "Jugarán con once para no partir con desventaja. Nosotros debemos pasársela a uno con camiseta roja, atrás rompernos los cojones y si se puede, cuando estemos cerca del área, chutar y marcar un gol".

Fue el final heroico de una epoca de leyenda. La tragedia de Heysel un año después en esa fatídica final con la Juve se considera como el verdadero punto final de aquel histórico Liverpool. Otros, en cambio, prefieren obviar aquella tragedia y la posterior sanción y pensar que, como cualquier historia de fantasía, ésta también tuvo un final feliz.

jaime.rincon@marca.com

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