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Fútbol del Poniente Almeriense

El Madrid de la 'Quinta del Buitre'

Cualquier buen madridista que se precie sabe reconocer los grandes equipos que han marcado la historia del mejor club del siglo XX. Existen tres que se anteponen por encima del resto cuando se habla de las grandes noches europeas merengues. Entre el Madrid de Di Stéfano y los Galácticos de Zidane convive otro conjunto legendario que, si bien no dominó Europa, sí consiguió enamorar a todos con su juego. La 'Quinta del Buitre', excelsa en su concepción del fútbol y exitosa en cuanto a títulos, es una de las mejores razones para justificar su condición de club más laureado.

José Miguel González Campos 'Míchel', Martín Vázquez, Manolo Sanchís, Miguel Pardeza y Emilio Butragueño. El afortunado encuentro de estos cinco futbolistas en una misma generación y bajo el mismo escudo marcó una década de prosperidad blanca difícil de igualar. Corría el año 1983 cuando el quinteto de talentos coincidió sobre un terreno de juego. El Castilla de Amancio en Segunda División fue el modesto escaparate de las futuras estrellas blancas.

Pero el famoso apelativo, acuñado por el periodista Julio César Iglesias en un artículo en "El País" en noviembre de ése año, viene de más atrás. Concretamente de un partido dos años atrás ante el AZ juvenil en el trofeo Santiago Bernabéu. "Grande, el entrenador local, sacó a un extraño chico dotado de una tosca figura de repartidor. Tenía la espalda recta, las piernas robustas y cortas, y los brazos, largos y pendulares. Unos minutos después se había confirmado como un virtuoso del juego corto, uno de esos seres nacidos para la picardía de los salones de palacio". Así definía el periodista la primera aparación más o menos plausible del 'Buitre'.

Di Stéfano permite el salto 
La expectación y el interés por ver a ese equipo que maravillaba en Segunda creció hasta tal punto que los partidos del Castilla se trasladaron al Santiago Bernabéu, que llegó a congregar hasta 65.000 espectadores para ver a un equipo de la categoría de plata. Di Stéfano, actual técnico del primer equipo, no pudo ignorar el ruido que aquellos chicos del filial provocaban a su paso por los campos de media España.

Los primeros en incorporarse al primer equipo son Sanchís y Martín Vázquez, que debutan en un partido ante el Murcia en el que el joven defensa hace el tanto de la victoria. "Es muy malo, muy peligroso y lleva una crónica negra escrita en la frente", describía Julio César Iglesias sobre Sanchís en alusión a su intensidad y contundencia defensiva. A ellos le seguiría Butragueño, mágico en su estreno de gala. El menudo delantero salió en el segundo tiempo para buscar la heroica en el Ramón de Carranza, donde el Madrid perdía 2-0. El 'Buitre' marcó dos goles y dio el otro. Ésa fue su carta de presentación, el comienzo de un idilio eterno con el gol.

Sin embargo, y pese a la subida progresiva de las perlas de la cantera blanca, el Madrid no termina de cuajar. La etapa de Di Stéfano llega a su fin y Amancio emula a sus discípulos y da el salto. Con él, Míchel pasa a formar parte también del primer equipo. Los escasos resultados a nivel internacional condenan al técnico, con menos de una temporada al frente, y tras una derrota ante el Inter es destituido. El tinerfeño Luis Molowny le releva en el cargo.

Con la nueva dirección arranca la leyenda de las grandes remontadas europeas del Madrid que le llevan a conquistar dos Copas de la UEFA. En la primera, para el recuerdo queda el 6-1 con 'hat-trick' del 'Buitre' ante el Anderlecht en octavos, remontando el 3-0 en contra del choque de ida, tras el que Di Stéfano declaró: "Este tipo tiene el gol en el cuerpo". A la hazaña con los belgas se sumó otra con el Inter, al que vencieron por 3-0 para neutralizar el 2-0 del primer encuentro. La final ante el Videoton, acaba con la goleada a domicilio lograda por los de Molowny.

Fantástico, equilibrado y rápido en su circulación, sólido y con los mimbres adecuados para marcar una época. El excelente toque y la visión de Martín Vázquez, los milimétricos centros de Míchel y su potente disparo, el cambio de ritmo y regate de baldosa del 'Buitre', el oficio de Sanchís y la picardía con movilidad de Pardeza. Acompañan otros elementos como Santillana, Valdano, Gallego... infinidad de recursos al servicio del espectáculo.

La prolongación del elogio en Europa duró un año más. En realidad, permaneció hasta los 90, pero sin el máximo trofeo que da sentido a los halagos. Cayó la UEFA en la 85-86 con las incorporaciones de Hugo Sánchez y Gordillo. La llegada del mexicano, tándem inmejorable con el 'Buitre', precipitó la salida de Pardeza. "No puedo luchar contra un mito", dijo el 'ratón' en su despedida de Chamartín.

A partir de ahí, el Madrid se pasea por territorio español y sufre su particular 'via crucis' más allá de nuestras fronteras. Un equipo llamado a triunfar se estrella de manera inesperada en Europa. A las cinco ligas conquistadas de manera consecutiva y con relativa comodidad no le corresponde la máxima competición continental, donde la mala suerte unas veces, y la oposición de otros equipos legendarios como el Milan de Sacchi en otras, le apartan de la consagración a nivel internacional. Tres semifinales en cinco años que dejan un sabor agridulce en el aficionado madridista.

Al menos, la 'Quinta del Buitre' bajó el telón con un fin de función magnífico y dejando dos marcas difícilmente superables. Con Toshack en el banquillo, el Madrid se hizo con el título de Liga marcando la friolera de 107 goles con Hugo Sánchez, que convirtió 38 dianas, en plan estelar.

En la década entrante, el protagonismo ya sería para otros. La marcha de Martín Vázquez al Torino, el nacimiento del 'Dream Team' de Cruyff y la lógica decadencia de unos futbolista que ya habían vivido sus mejores años condenaron al Madrid a despedirse de una de sus mejores etapas. Eso sí, para siempre quedará una fascinante generación de futbolistas que permanecerán en la retina de quienes pudieron disfrutarlo. Los que vibraron con los goles del 'Buitre' y, como bien sentenció Julio César Iglesias, los que se divirtieron con un quinteto en el que cada una de las piezas era fundamental para entender el conjunto. "Los goles de El Buitre son cosa de Fuenteovejuna. De todos a una".

jaime.rincon@marca.com

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