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Fútbol del Poniente Almeriense

El Madrid de Di Stéfano y las cinco Copas de Europa

EQUIPOS DE LEYENDA

Di Stéfano posa con las cinco Copas de Europa

Di Stéfano posa con las cinco Copas de Europa

Hacer un serial sobre equipos de leyenda y no incluir al Madrid de las cinco Copas de Europa sería como ir a un estadio de fútbol y no ver bufandas o banderas del equipo local en cuestión. Vamos, totalmente inconcebible. Porque a cualquiera que le pregunten por un equipo que marcó una época, responderá como acto reflejo: el Madrid de Di Stéfano, el de las cinco copas consecutivas.

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Santiago Bernabéu junto a Alfredo Di Stéfano, en 1953

El rey de reyes, el absoluto dominador de una etapa en la que la mayor competición a nivel de clubes daba sus primeros pasos. Y los dio, durante cinco años, de la mano de ese equipo histórico formado por un elenco de figuras que lograron un hito mundial.

Y es que nadie, hasta el momento, ha logrado igualar esa gesta de ganar cinco ’orejonas’ de manera consecutiva. Lo hizo con el presidente más importante de la historia del club, don Santiago Bernabéu, y bajo la figura de uno de los mejores futbolistas que jamás se hayan visto, don Alfredo Di Stéfano.

Con la llegada de ’La Saeta’ a Chamartín arrancó la primera gran historia del Madrid. Conocido así por su velocidad, el pibe que sacó de las gargantas del Monumental un curioso cántico -"Socorro... socorro... ahí viene la Saeta con su propulsión a chorro"- asombró en su primer partido en el Bernabéu. Fue con la camiseta de Millonarios, en la celebración de las Bodas de Oro del conjunto blanco, con dos goles en la victoria de los suyos (4-2) y tras correr 60 metros como un demonio en el tramo final del partido, cuando conquistó los corazones merengues, don Santiago incluido: "Quiero a ese argentino" sentenció el presidente blanco.

El primer envite con el Barça
Así fue. No sin antes ganar la primera gran batalla mediática ante el eterno rival. El Barça llegó a un acuerdo con River, su club de procedencia, y el Madrid hizo lo propio con Millonarios. El gobierno español medió en la pelea y propuso que jugara una temporada con cada equipo. El club catalán se negó y Di Stéfano terminó de blanco.

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Miguel Muñoz en el momento de levantar la primera Copa de Europa

Tras él llegó Francisco Gento y junto a los JoseitoHéctor Rial o Miguel Muñoz, entre otros, conquistaron el título de Liga tras 21 años de sequía. Tres títulos domésticos en cuatro temporadas con Di Stéfano como máximo artillero en dos de ellos. Pero más allá del dominio nacional, el equipo merengue centró su hegemonía en el viejo continente, grabando su nombre en la Copa de Europa durante sus primeros cinco años de existencia.

Y como cualquier hazaña que se precie, los inicios se exigen heroicos: París, 13 de junio de 1956, Parque de los Príncipes. Enfrente, el potente Stade de Reims deRaymond Kopa (un año después jugador blanco) flanqueado por casi 40.000 almas. El Madrid de José Villalonga, con ’La Saeta’ a la cabeza, se desmorona en el arranque. 2-0 a los diez minutos de juego. Todo parece perdido hasta que el pibe de Buenos Aires recorta distancias. Rial restablece el equilibrio y así se llega al descanso. Los franceses vuelven a golpear pero el Madrid ya no es el equipo acongojado del inicio. Marquitos pone el 3-3 y de nuevo Rial, a once minutos del final, marca el definitivo 4-3. Europa se tiñe de blanco. Miguel Muñoz levanta la primera Copa de Europa de la historia.

Una temporada después, el vigente campeón vive un momento delicado en su defensa del título. El Rapid de Viena de Ernst Happel pone contra las cuerdas a los blancos tras remontar el 4-2 de la ida. Al descanso, una batalla campal pone al Madrid contra las cuerdas. Con diez por la lesión de Oliva y virtualmente eliminado con un contudente 3-0, Santiago Bernabéu decide bajar a los vestuarios y soltar el primero de sus ya legendarios sermones. "Hay algunos que en vez de venir a jugar al fútbol lo han hecho para asisitir a una verbena. No sólo están representando al Madrid, sino a España", les espetó. La reprimenda dio resultado y el Madrid forzó el desempate con un gol de Di Stefano. En el tercer partido, Kopa y Joseito acaban con cualquier atisbo de sorpresa. La final, ante la Fiorentina, fue casi un puro trámite.

Dos de dos y a defender de nuevo la corona. Con pequeñas modificaciones en la plantilla, donde la llegada del meta argentino Rogelio y el zaguero uruguayo Santamaría apuntalan un sólido equipo, el gran cambio se produce en el banquillo, donde Luis Carniglia toma las riendas y continua el carrusel de títulos. Dos nuevas Copas de Europa aterrizan en Concha Espina. La primera, ante el Milan en Heysel tras remontar hasta en dos ocasiones (2-3) y la segunda, y cuarta consecutiva del club, frente al Stade de Reims de Just Fontaine (2-0).

Por aquel entonces llega otro de los mitos del madridismo: ’Cañoncito’ Puskas. Una figura y uno de los delanteros más determinantes de Europa al que Carniglia no termina de convencer por su evidente bajo estado de forma: "No se lo que podré hacer con este hombre, al que le sobran unos cuantos kilos", le comentó en una ocasión a Bernabéu, quien, ni corto ni perezoso, respondió: "Ahí está usted para ponerlo a punto".

Y vaya si lo hizo. Aunque los frutos los cosecharía, un año después, el Madrid de Miguel Muñoz enHapdem Park en lo que aún se considera como la mejor final de la historia de la Copa de Europa. Cuatro goles del húngaro y tres de Di Stéfano arrollaron al correoso Eintracht de Francfurt. El que más tarde se convertiría en uno de los técnicos más carismáticos y laureados del club, lo tuvo bien claro: "Con Di Stéfano tenemos dos jugadores en cada puesto. Durante la hora y media de juego jugamos a todo tren. Ni después de marcar siete goles trató de reposar".

Fue tal su admiración por ’La Saeta’ que en 1964, ante la lógica decadencia en el juego del crack hispano argentino, decidió presentar su dimisión antes de realizar una convocatoria en la que no estaría presente. Bernabéu no aceptó la renuncia y Muñoz tuvo que presentar una lista para jugar unas semifinales de Copa ante el Atlético en las que Di Stéfano no estaba.

Ahí terminó una época única. Aunque comenzaría otra casi tan brillante con una nueva Copa de Europa, numerosas Ligas y hasta una Intercontinental, ese ya no era el Madrid de Di Stéfano, el más grande que sin duda ha dado en la historia el club blanco. Porque cinco Copas de Europa son muchas Copas de Europa.

jaime.rincon@marca.com

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