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Fútbol del Poniente Almeriense

El Peñarol del quinquenio y Alberto Spencer

EQUIPOS DE LEYENDA

El Peñarol de 1966 que conquistó la Copa Libertadores y la Intercontinental

El Peñarol de 1966 que conquistó la Copa Libertadores y la Intercontinental

Hablar de Uruguay es hablar de fútbol. La pasión, entrega e ilusión con la que se vive este deporte entre los charrúas viene de lejos. Concretamente, de los años 30 y 50 cuando el combinado nacional se coronó rey del mundo. De eso y, entre otras cosas, de las gestas que Peñarol protagonizó en la década de los 60. "Serás eterno como el tiempo y florecerás en cada primavera" rezan las pancartas en las gradas del Centenario. Y así fue durante muchos años por aquella época, donde los 'manyas' dominaron Uruguay, Sudamérica e incluso el panorama futbolístico mundial.

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Alberto Spencer anotó 113 goles con los carboneros

El nombre de 'manya' viene de una curiosa historia acaecida en 1914. Carlos Scarone, ex de Peñarol, había regresado de Argentina para jugar en el eterno rival, Nacional. Al término del partido, Scarone, que salía derrotado ante su ex equipo, contestó a las críticas de su padre con la siguiente frase: "¿A qué me iba a quedar en Peñarol? ¿A comer mierda (mangiare en italiano)…?".

De ahí el apodo a un equipo que vivió su etapa dorada a finales de los años 50 y que llegó hasta casi una década después. Hubo dos periodos bien diferenciados, similares en cuanto a éxitos, en los que los también conocidos como 'carboneros' levantaron ocho campeonatos de liga, tres Libertadores y dos Intercontinentales. Un éxito irrepetible hasta la fecha.

Las alegrías arrancaron en 1958 con Roberto Scarone al frente del conjunto aurinegro y un elenco de grandes futbolistas como el meta Luis Maidana, Tito Gonçalves, Cubilla, Hohberg, Montaño... un equipo que mezclaba oficio y calidad y que dejó multitud de partidos y anécdotas para el recuerdo. Una de ellas la narrá así el gran Elio Montaño, famoso por narrar las jugadas en medio de los partidos. "Peñarol era un gran equipo, agarrábamos a los chicos en Montevideo y ya en el primer tiempo nos poníamos tres, cuatro o cinco a cero. Entonces, en la cancha embromábamos. Una tarde en el Centenario contra Rampla Juniors un defensor de ellos me tiró al suelo con una patada terrible y yo corté una mata de pasto, me paré y le digo ¡Tomá caballo, comé! El árbitro se cagaba de risa…".

La llegada de Spencer
Pero, sin duda, el factor diferencial llegó a finales del 59, cuando Carlos Linazza y Alberto Spencer se incorporaron al plantel charrúa. Dos grandes incorporaciones que, gracias a las gestiones de Washington Cataldi, pudieron disputar el partido de desempate de la liga del 59 que se celebró en marzo un año después. Pese a desembarcar en Montevideo después de esa temporada, pudieron contribuir al segundo título consecutivo tras ganar a Nacional en el encuentro decisivo.

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Abbadie, Sacía, Moacír, Spencer y Joya, los delanteros de principios de los 60

El Tito Gonçalves, peso pesado y leyenda de Peñarol, contaba así la llegada del genial delantero ecuatoriano que marcaría una época en el club aurinegro: "Cuando vino a Peñarol, cobraba y no se defendía. Hasta que un día lo agarré y le dije: `Mirá Alberto, tenés que acerte acreedor a una falta, que te expulsen una vez, para que todos los defensores uruguayos se enteren que vos también metés de vez en cuando!´.Ese domingo jugábamos con Fénix. Le pedí a Lito Silva que le tirara una pelota larga para dividir, y a Spencer se le fué la mano: metió un planchazo y le rompió ligamentos rodilla a un rival. Yo no le había pedido tanto, porque una cosa es meter y otra lesionar. Pero desde ese día lo trataron distinto".

Bajo el inaudito olfato goleador del ecuatoriano Peñarol alcanza una hegemonía irrefutable en Sudamérica. Como no podía ser de otra manera, los 'manyas' se alzaron con la primera Copa Libertadores de la historia (1960) tras ganar por la mínima en casa al Olimpia de Paraguay (gol de Spencer) y empatar 'in extremis' en el choque de vuelta con un gol de Cubilla a siete minutos del final. Sólo el Madrid de Di Stéfano, en la disputa de la Intercontinental, consigue frenar al conjunto de Scarone con un contundente 5-1 en el Bernabéu tras el empate sin goles de la ida.

La siguiente temporada, con la llegada de Joya y Sacía, Peñarol vuelve a levantar la Libertadores al ganar por la mínima a Palmeiras en casa, otra vez con gol de Spencer, y empatar en Brasil a uno con tanto de Cubilla. Para la siguiente Intercontinental no esperaba el Madrid, sino el Benfica de Eusebio. Los chicos de Scarone caen en Portugal (1-0) pero golean en Montevideo (5-0). En el desempate, un doblete de Sacía otorga a Peñarol la primera Intercontinental de su historia.

Sería la despedida de Roberto Scarone y el final a una época que rubricó Bela Guttman en 1962 con la obtención del famoso quinquenio (cinco títulos consecutivos). El prestigioso técnico húngaro dejó el equipo a media temporada por problemas de salud y regreso para el tramo final, siendo Pelegrín Anselmo la cabeza visible del banquillo durante su ausencia. A partir de entonces, Peñarol iniciaba un nuevo camino.

El que fuera portero de Uruguay en el famoso 'Maracanazo', Roque Maspoli, se hacía cargo del equipo. El carismático ex guardameta charrúa recupero a Julio César Abbadie, a sus 32 años, para la causa y varias temporadas después se deshizo de Sacía a través de un trueque con Rosario, en el que Cortés recalaba en Peñarol. Sobre Abbadie, otro mito, el 'Bocha Maciel', contaba en una ocasión: "Una vez en pleno enero, le dije: 'con este calor está difícil para correr' y me replicó `hago tres carreras, dos centros, Spencer mete dos goles y está el partido liquidado, después no corro más'".

Con el 'Chiquito' llega la tercera Libertadores
Se ganaron los campeonatos nacionales del 64 y el 65 y se llega a la final de este último año en la Libertadores con la aparición estelar de Ladislao Mazurkiewicz. El 'Chiquito' (apodado así por ser el menor de cinco hermanos) se da a conocer en la semifinal con una actuación estelar ante el Santos de Pelé, que llegó a felicitar al propio guardameta al final del partido. El considerado sucesor de Lev Yashin (en palabras del propio meta soviético), sin embargo, no fue suficiente para ganar en la final en el partido de desempate a Independiente.

La decepción, a la vista está, no duró mucho. Peñarol se tomó su revancha particular al año siguiente, y de qué manera. Conquistó la Libertadores y llegó la leyenda. Tras ganar 2-0 en casa a River, cae 3-2 en El Monumental y se va al desempate. En ese tercer partido, River gana 2-0 y Peñarol está muerto... hasta que llega la fanfarronería de Carrizo, que decide controla un balón con el pecho y despertó la ira de los de Maspoli. Los 'manyas' empataron el choque y terminaron ganando con dos goles en la prórroga la que sería su tercera Copa Libertadores.

El broche de oro llegó con la Intercontinental, donde Peñarol se tomó la revancha ante el Real Madrid. 2-0 en Montevideo e idéntico resultado en el Bernabéu para poner fin a la etapa más gloriosa de su historia.

jaime.rincon@marca.com

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