José Mourinho, la apología de la victoria
- MOURINHO Y EL FÚTBOL DE PIZARRA
La apología de la victoria
"Estoy agradecido a Dios por no tener modestia porque es una cualidad que no ayuda en nada"
"Gracias, me gusta ser entrenador de títulos"
"No soy el mejor del mundo, pero creo que no hay nadie mejor que yo"
"No quiero un jugador que sea un hombre perfecto, que sea un perfecto profesional, que tenga un carácter fantástico, ese es el tipo de hombre que quiero para mi hija"
"Mi equipo ideal es aquel en el que, en cualquier momento y en cualquier situación todos los jugadores piensan de la misma manera"
José Mourinho (Setúbal, Portugal, 1963) es un triunfador puro, un maestro de la polémica, un entrenador cerebral que atrae los focos porque lo importante es proteger a sus jugadores. Así se entiende su personalidad, ese carácter que despierta filias o fobias. Su única adhesión inquebrantable es la victoria.
Ha educado su sentido táctico desde los 15 años, cuando su padre lo utilizaba para espiar a los rivales del equipo que entrenaba, el Os Belenenses. Aunque llegó a jugar de portero, Mourinho siempre sintió atracción por el dibujo en la pizarra. Estudió gestión administrativa por obedecer a su madre. Luego se licenció en Educación Física, eligiendo como especialidad Metodología del Fútbol.
Obtuvo su título de entrenador UEFA y comenzó su carrera como director deportivo de un colegio de secundaria. Manuel Fernandes lo llamó para que fuera su ayudante en el Estrela Amadora. También trabajó para el Vitoria de Setúbal antes de que Bobby Robson le incorporase al Sporting de Lisboa en 1992. Comenzó a su lado como traductor, se ganó su confianza y acabó ocupando el puesto de segundo técnico.
Mourinho se convirtió en el hombre de confianza de Robson. Compartieron vestuario desde 1993 hasta 1997. De Lisboa a Oporto y, por último, Barcelona. "Él llegaba a los entrenamientos con sólo diez minutos de antelación, jugaba al golf y llevaba una vida increíble, plena de disfrute. El fútbol no era una presión para él. Yo preparaba todo y cuando me preguntaba, le decía: 'Mister, hoy hacemos esto y esto'. Van Gaal era exactamente lo contrario", explicó Mourinho en una entrevista recogida en su propio club de fans en febrero de este año. El técnico holandés no dudó en proponerle que siguiera en el Barça cuando le contrataron.
El juego de sus equipos se caracteriza por la intensidad
Sus años en el Camp Nou le resultaron enriquecedores. "Fueron los jugadores los que me enseñaron. Hablando con ellos de su experiencia aprendí mucho", confesó. Poco a poco se sintió preparado y lo suficientemente ambicioso para ser el líder de su propio vestuario. El Benfica lo llamó en 2000 para suplir a Jupp Heynckes con la competición ya empezada. La entidad estaba inmersa en una crisis institucional. Entró con un presidente en el poder y se marchó con otro. Fueron nueve jornadas enturbiadas por la renegociación de su contrato con el nuevo responsable de la entidad. No quedó convencido y se marchó.
Tampoco pudo completar su acuerdo con el Leiria porque a mitad del curso le apareció la primera gran oportunidad de su carrera. La historia del Oporto motivaba suficientemente a un entrenador ávido de gloria. En 2002 se sintió por fin dueño de su particular destino. Recogió un grupo de jugadores desmotivados, pero con potencial para que la ciudad volviese a vivir días de grandeza. En su primer año dejó al equipo tercero. En el segundo hizo triplete -liga, copa y Copa de la UEFA-. En el tercero conquistó otra liga y la Champions League.
Mientras que algunos analistas le consideraron un tipo con demasiadas pretensiones, otros alabaron sus innovaciones tácticas. Su apuesta comenzaba por una defensa aguerrida que comenzaba en el campo del rival. Tipos como Derlei, Maniche y Deco fueron las estrellas de un equipo con una claridad de ideas aplastante y capaz de practicar un fútbol intenso.
La fórmula Mourinho atrajo la atención de los mejores clubes de Europa. El Chelsea lo convirtió en 2004 en el entrenador mejor pagado del mundo. "Soy un gran defensor del espíritu de equipo porque los trofeos los ganan los equipos", es una de sus máximas. En la Premier League armó un bloque campeón.
Su posición de estrella mundial lo expuso al juicio de los medios de comunicación. "No me llamen arrogante, pero he ganado una Champions y soy muy especial", fue la frase con la The Special One se presentó en Londres. Se descubrió a un técnico beligerante contra todo aquello que piensa que le perjudica a él o a los suyos. La UEFA lo sancionó en 2005 con dos partidos y una multa económica por poner en cuestión la honorabilidad del árbitro que dirigió un enfrentamiento de Champions entre el Chelsea y el Barcelona. Comienzó ahí una historia de rivalidad intensa con los azulgrana que perdura hasta hoy. Ese mismo año lo sancionaron también en Inglaterra con 85.000 euros por reunirse en secreto con Ashley Cole, lateral con contrato en vigor con el Arsenal.
Su fuerte personalidad chocó también con la del dueño del los blues. La relación con Román Abramóvich se tensó. El magnate ruso prescindió de sus servicios en septiembre de 2007. Mourinho dejó como legado seis títulos en tres años -dos Premier entre ellos-, los que le convirtieron en el entrenador más laureado de la historia del club inglés. Buena parte de la afición lamentó su adiós.
Durante el resto de esa temporada se ocupó del mecenazgo de varios programas de ayuda a la infancia; prestó su imagen como reclamo publicitario de varias multinacionales que lo ven como la persona perfecta para dar credibilidad a sus marcas; y su biografía se midió en las librerías con los best seller más leídos dePortugal. En verano de 2008 recibió la llamada del Inter de Milán.
En el equipo italiano vivió dos intensas temporadas plagadas de éxitos. Conquistó dos scudettos y se apuntó la Champions League de 2010, año en el que también logró la copa italiana. En sus últimos meses protagonizó una discusión verbal y física con un periodista, vivió una tensa eliminatoria europea con el Barçay tuvo que hacer frente a un desplante de Balotelli, entre otros titulares de prensa.
Poco después de la final de la Copa de Europa anunció que se iba al Real Madrid. Massimo Moratti, presidente interista, atendió los deseos de la plantilla y de los aficionados e intentó retenerlo por todos los medios. El luso aludió motivos personales para justificar su marcha. "No es un problema de contrato o de dinero, y me da, incluso, un poco de vergüenza ganar lo que gano con la crisis que hay. Es un problema de satisfacción personal, de sentirme respetado o no en un país futbolístico en el que he tenido tantos problemas", precisó.
En su primer año como técnico del Real Madrid ha protagonizado un intenso duelo deportivo y dialécticocon el Barcelona y con Pep Guardiola. Ambos abanderan dos formas distintas de entender el fútbol. Son antagonistas en un deporte millonario en seguidores. Se han jugado todo entre ellos. La Copa del Rey ha vuelto a las vitrinas del Santiago Bernabéu 18 después. Mourinho entiende que el espectáculo se calibra en títulos. Para conseguirlos hay que ganar. No encuentra mayor verdad ni mejor excusa.
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